cesidades, pero, nada más . Al inicio sólo aceptaba mi cariño. Ahora hizo vínculo con mi padre, juega con sus zapa- tos cuando se los pone, le jala los cordones y se sienta frente a él con mirada curio- sa cuando ve que golosea algo. Papi amaneció mal un día de estos, estaba en la cama reposando, y Nanny decidió que lo iba a cuidar, quedán- dose junto a él sin perder de- talle. Se metió sigilosamente en la cama, hizo “masitas” con las patitas delanteras en la cobija y se ha acostado a la par de mi padre. Papi al inició estaba preocu- pado de que ella no lo dejara descansar (Leo es hiperacti- vo y pensó que sería similar la situación) pero Nanny se quedó, salió un rato y cuan- do papi quedó roncando, Nanny se volvió a acomodar para velar su sueño. Y así pasó el día Nanny, como enfermera pendiente
que papi hiciera sus merien- das y descansara. Nanny pasó de vivir en la calle, temerosa del contacto humano a convertirse en la “cuidadora” estrella de papi. No hay zapato que no sea inspeccionado, cordón ajus- tado, sillón con prueba de comodidad para sueño, bol- sas de compras revisadas y recientemente cobijas bien amasadas para el descan- so que no lleven la huella de Nanny.
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