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Ayudando A LOS NIÑOS a afrontar la muerte

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Cuando mi hermana Ashley fue asesinada en un choque yo solo tenía nueve años. Recuerdo el camino al hospital, la sala de espera y finalmente cuando nos permitieron verla. Realmente no entendí lo que había sucedido, mis padres querían protegerme así que no hablamos al respecto. Siempre había tenido preguntas pero no quería molestarlos así que nunca dije nada. No fue sino hasta años después que realmente empecé a enterarme más sobre el tema y utilicé ese conocimiento para ayudar a otros adolescentes a mantenerse libres de drogas. Ahora, desearía haber sabido más cuando era más pequeña. Los niños tienen una tendencia natural a culparse a sí mismos sin importar cómo suceden las cosas. Puedo recordar deseando haber sido más amable con mi hermana la última vez que la había visto. Si está ayudando a un menor de edad que ha perdido a un ser querido, háblele, por favor permítale hacer preguntas. Sea comprensivo y asegúrele que no fue su culpa.

Ashley, la hermana de Kahlee tenía 17 años cuando fue asesinada como pasajera en un vehículo manejado por un conductor bajo la influencia tanto de drogas como de alcohol.

Índice

Cómo ven los niños la muerte Bebés y niños de dos a tres años

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Edades de cuatro a seis años Edades de siete a doce años

Ayudando a los niños a afrontar

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Reflexiones finales

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Cómo ven los niños la muerte

La muerte prematura y violenta de un ser querido y el duelo posterior, son muy difíciles para cualquiera. Es difícil aceptar que nadie es inmune al peligro, que no podemos controlar las acciones irresponsables de otros. Nos gustaría decirles a nuestros hijos que el mundo es justo y equitativo, pero no es así. A cambio debemos tratar de encontrar la mejor manera de explicarles lo que ha sucedido. Comparado con los adultos, para los niños elaborar el duelo por la muerte de un ser querido es incluso más difícil ya que no han sido expuestos mucho a ésta y con frecuencia aprenden a afrontarlas observando a los adultos. Los niños pequeños ven a los adultos como seres poderos y sabios que pueden hacer cualquier cosa. Las “verdades” adultas son grabadas permanentemente en sus mentes impresionables. Los adultos que los quieren no desean que ellos sufran y pueden por lo tanto disfrazar la verdad acerca de la muerte. En un esfuerzo por protegerlos, los adultos pueden de hecho lastimarlos. Muchas cosas influencian la visión que los niños tienen de la muerte. Edad, creencias religiosas, valores culturales o étnicos y su relación con el difunto son factores importantes que afectan la manera como comprenden la muerte. Sin embargo, las reacciones de las personas que están a su cargo son de vital importancia para determinar cómo van a afrontar la muerte. Informarles de la muerte de un ser querido en un choque bajo la influencia de sustancias es el principio de un largo proceso de compartir. Al igual que los adultos, los niños difieren enormemente en sus reacciones frente a la muerte. Sin embargo, ellos no son adultos en miniatura. Tienen sus propias maneras distintas de percibir la realidad y de ver el mundo. Entender cómo conceptualizan la muerte dentro del contexto de sus rangos potenciales de edad puede ayudarles a los padres y personas encargadas de su cuidado a afrontar este proceso.

Bebés y niños de dos a tres años Los bebés pueden sentir cuando algo no anda bien después de la muerte de la persona que se encargaba principalmente de su cuidado. Aunque una muerte en la familia puede afectar a un bebé, la ausencia de la madre causa una reacción biológica clara. Resulta muy útil para el bebé si otra persona asume la responsabilidad primordial de su cuidado rápidamente. Sin embargo, pasar su cuidado de una persona a otra, puede causar ansiedad debido a la fluctuación e inconsistencia y no es recomendable. Los bebés mayores pueden empezar a darse cuenta que están separados de sus padres o de las personas que solían cuidarlos, y esa separación puede asustarlos. Pueden expresar su dolor por la pérdida de una relación a través de rabia, llanto, búsqueda del ser

querido, pérdida del apetito y finalmente resignándose en silencio. Un niño de dos años puede sentir dolor y ansiedad en su medio ambiente y va a necesitar ser acariciado y cargado con frecuencia para tranquilizarlo.

Los bebés y niños entre 2 y 3 años pueden sentir la ausencia de la persona encargada de su cuidado.

Debido a que no puede comprender qué es la muerte, las explicaciones de ésta y su significado no tienen sentido. Lo que uno le hace es mucho más importante que lo uno le dice a un niño tan pequeño. Generalmente, un bebé o un niño muy pequeño que pasa por una pérdida de un ser querido necesita grandes dosis de cuidado con ternura y cariño: que lo carguen, mimen y acaricien. Un niño tan pequeño sólo puede experimentar la presencia o ausencia de otra persona. Cuando un bebé o un niño muy pequeño pierde a un ser querido que no es la persona encargada principalmente de su cuidado, como un hermano o hermana, un tío o un compañero de juegos, el niño notará que

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la persona ya no está. Puede preguntar por ellos por su nombre. Es importante utilizar un lenguaje claro y simple. Puede incluso usar la palabra “muerto”, como el tío Bob está muerto. O puede decir que ya no van a regresar, que no pueden comer o beber, o que ya no pueden caminar ni hablar. Debido a que los niños de estas edades lo más probable es que no recuerden muchas de las experiencias que tienen cuando son tan pequeños, es muy buena idea escribir cualquier interacción especial que tuvieron con el ser querido para cuando crezcan. Guarde fotos o juguetes especiales para que los vean cuando sean mayores. Edades de cuatro a seis años Al igual que los bebés y los niños más pequeños, los niños de esta edad tienen una gran necesidad de cuidados físicos y la seguridad de saber quién los va a cuidar. Están aprendiendo a expresarse verbalmente, pero lo hacen más eficientemente a través del juego. Aunque eventos significativos como cumpleaños, feriados y el primer día de escuela marcan etapas importantes para ellos, tienden a tener un concepto deficiente del tiempo y el espacio. “El pensamiento mágico” es una característica importante del desarrollo de los niños entre los cuatro y los seis años. Un niño puede volar a la luna, luchar contra monstruos y cocinar para cien invitados en el transcurso de unos minutos de juego. Un niño entre estas edades es capaz de una variedad de fantasías prácticamente interminable. Sin embargo, la mayoría de las fantasías están basadas en algo que el niño ha visto o escuchado, incluso si fue malentendido. Los niños entre estas edades que han

perdido a un ser querido tienen una comprensión limitada y literal de la muerte. Su pensamiento es concreto. A esta edad, un niño cree que si cualquier cosa está activa, entonces está viva. Un juguete de cuerda parece vivo cuando se mueve y un

Los niños de cuatro a seis

años entienden mejor la muerte cuando es explicada en términos físicos.

niño puede llorar cuando deja de actuar. Un muñeco de peluche parece vivo durante un juego porque ha asumido características que asemejan la realidad. Un concepto limitado del tiempo agregado a un concepto limitado de la muerte significa que cuando un ser querido muere, el niño puede esperar que el difunto reviva pronto. Los niños pueden aceptar la noticia de la muerte de una manera natural y hablar de la muerte o del difunto con el mismo desprendimiento con el que hablan de un compañero de juegos o de una mascota. Si el ser querido era uno de sus padres o la persona que lo cuidaba, la preocupación principal del niño será quién va a cuidarlo. Puede llorar por perturbaciones en el hogar o por las reacciones de los demás, en lugar de pensar en la muerte en sí. Los conceptos abstractos como “la vida después de la muerte” están por encima de su capacidad de comprensión. En un esfuerzo por entender qué ha pasado, los niños pequeños harán todo tipo de preguntas que algunas veces resultan alarmantes para los adultos. Preguntas como: “¿Cómo va a ir al baño papi?” o “¿Podemos abrir nuestros regalos en el cementerio?” y “¿Cuándo va a venir mi abuelito a jugar conmigo otra vez?” pueden sorprender a los adultos. No importa que tan apropiada sea la noticia de la muerte, los niños más pequeños continuarán haciendo preguntas y observaciones que pueden sobresaltar a los adultos. De todas formas, merecen una respuesta. Algunas veces, esas preguntas pueden ser

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dolorosas de escuchar y de responder. Puede tratar de anticipar cuáles pueden ser algunas de las preguntas reflexionando sobre cómo sería la situación para su hijo y teniendo una respuesta lista de manera que esté preparado y puede reducir el impacto. Los niños entre estas edades pueden empeñarse en contar el evento traumático una y otra vez en un esfuerzo por ganar un poco de control sobre éste. Pueden impulsivamente soltar algún aspecto del trauma como: “Mi tía Karen fue asesinada en un choque” y “Mi mami llora a veces”. Aunque inesperadas, estas afirmaciones ofrecen buenas oportunidades para sondear cuidadosamente los sentimientos de los niños y distinguir el propósito de dichos comentarios. Puede ser que el niño sólo necesitaba la sensación de dominio que conlleva verbalizarlos, o que hay sentimientos o preguntas escondidos que necesitan ser atendidos. Debido a que el pensamiento es literal y concreto, la muerte puede ser mejor explicada en términos físicos, tales como: “Su corazón dejó de latir y nadie puede hacer que lo haga de nuevo. Por eso no vamos a verlo moverse o hablar nunca más. Vamos a enterrar su cuerpo en la tierra, porque él ya no puede hacer o decir nada”. Para los niños

criados en tradiciones que creen en la vida después de la muerte, conceptos como el cielo pueden ser difíciles de captar. Pueden ver una discrepancia entre enterrar el cuerpo y la

Considere las creencias religiosas

cuando hable del concepto del cielo y la muerte.

descripción de “irse a casa” o de “ir al cielo”. Aunque los niños pequeños probablemente no pueden entender el concepto, usted puede abordar la distinción, como “La parte que amábamos, la parte que sonreía, reía y que nos amaba a nosotros, es la parte que se ha ido al cielo. El cuerpo que ya no funciona es lo que ahora está en la tierra”.

Por ejemplo, si a un niño se le ha dicho que un ser querido ha ido a casa, o se ha ido, con frecuencia cree que esa persona puede regresar, o que el niño también puede visitar el lugar al que ha ido. Un niño sentirá

Algunas veces los niños concluyen erróneamente que la muerte del

principalmente una tristeza extrema y

duradera por la pérdida de personas allegadas a él, como uno de sus padres, abuelos o hermanos. La tristeza puede derivarse

ser querido es culpa de ellos.

de sentimientos de abandono. Puede

llegar a concluir que el ser querido partió porque el propio niño hizo algo malo. Su visión de moralidad en esta edad es que los malos comportamientos son castigados y los buenos comportamientos premiados. Puede resultar útil señalar que el ser querido no eligió morir, que fue el mal comportamiento de otra persona el que causó su muerte. Para demostrar una mayor necesidad de ser cuidado, los niños que han perdido a un ser querido pueden sufrir una regresión a comportamientos infantiles de niños menores tales como mojar la cama y llorar cuando se separan del adulto que los cuida. Exteriorizarán sus miedos y su confusión a través del juego y no deben ser disuadidos de hacerlo. Los padres y personas encargadas de su cuidado pueden facilitar el juego sentándose juntos mientras juega con muñecos, títeres, muñecos de peluche, carritos y casas de muñecas, Pregunte como padre o madre o como adulto, cómo varias de las muñecas o de los peluches se sienten durante el juego. Preste atención a agresividad en el juego y explore dónde está enfocada la agresividad. Puede resultar ventajoso que el niño visite a un terapeuta de juego para que le ayude a procesar su duelo. Debido a la escasa capacidad de atención, los niños pequeños que han perdido a un ser querido pueden no ser capaces de enfocarse en sus sentimientos por largos períodos

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de tiempo, especialmente aquellos que no pueden articular. Pueden preguntar acerca de la muerte un minuto, luego jugar felizmente el siguiente. Los padres y las personas encargadas de cuidarlos deben darse cuenta que períodos de juego no significan que el niño ha aceptado la pérdida, pero son expresiones de esa pérdida o descansos de sus sentimientos. Edades de siete a doce años Los niños entre los siete y los 12 años están primordialmente orientados a la familia, aunque empiezan a relacionarse y a ganar identidad de sus compañeros. El juego continúa siendo una manera de auto-expresión, aunque los niños de esta edad se expresan muy bien verbalmente, especialmente sentimientos como rabia, dicha y tristeza. Empiezan a entender mejor conceptos abstractos tales como verdad, tiempo, espacio y muerte, aunque el pensamiento mágico aún desempeña un papel. Alrededor de los siete u ocho años, los niños atribuyen vida más a los movimientos en la naturaleza y no tanto a los objetos inanimados como los juguetes. Una nube está viva cuando viaja por el cielo. El agua está viva cuando borbotea y fluye en un arroyo. Los niños de siete u ocho años frecuentemente se vuelven temerosos a la muerte porque se dan cuenta por primera vez que es real. No importa quien muera, pueden sentirse devastados al pensar que pueden perder a uno de sus padres. Obviamente, la muerte de uno de los padres, es extremadamente traumática a esta edad. Algunas de sus

preguntas pueden aludir a miedos hacia su propia muerte. La muerte parece ser un asaltante que se roba la vida. Aunque con capacidad de entender la irrevocabilidad de la muerte, muchos de

Los niños de siete a doce años empiezan a entender la realidad de la muerte.

los factores de la infancia temprana todavía aplican. Es importante para los niños de esta edad expresar su tristeza, rabia, miedo y culpa. Debido a que ahora entienden que las personas mueren, pueden interesarse en qué pasa después de la muerte. A medida que empiezan a relacionarse con algunos de los misterios de la vida, son capaces de relacionarse con algunos de los misterios de la muerte. Un niño de esta edad no solo se preocupa por la muerte como un concepto, sino también por los mecanismos de la muerte. Pueden hacer preguntas acerca de por qué murió la persona o buscar información acerca de quién o qué causó la muerte. Luego dirigirán la rabia hacia la persona o cosa que la ocasionó. Si el niño quiere hablar acerca de cómo ocurrió el choque, puede explicarle algunos de los eventos, como el choque bajo la influencia de sustancias que causó la muerte. Un niño puede no entender lo que es un “conductor drogado o embriagado”. Puede explicarle cómo el alcohol y las drogas son diferentes a la leche o el jugo. Puede explicarle que el alcohol o las drogas pueden hacer que una persona se sienta enferma, mareada y que no pueda pararse ni caminar derecho. Explíquele que la habilidad de un conductor de conducir fue afectada por el alcohol u otras drogas. Enfóquese en un componente del choque a la vez. Aunque los niños de esta edad pueden fácilmente expresar dicha, rabia y tristeza, su pensamiento mágico puede también llevarlos a sentimientos de culpa con respecto a su papel en la muerte. Los niños pueden

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haberse molestado y en algún momento, pueden haber deseado eliminar a sus padres, hermano o hermana cuando éstos estaban vivos y quizás incluso pensaron en diferentes maneras de hacerlo. Los niños de estas edades pueden creer que su “deseo de que muriera” de hecho causó la muerte. Los niños son más susceptibles a sentimientos de culpa que los adultos o adolescentes, ya que no pueden recurrir a recursos intelectuales para persuadirse a sí mismos de su inocencia. Es importante recalcarles una y otra vez que ellos no causaron el choque y fomentar la libre expresión de la culpa. El niño de esta edad se parece al de cuatro a seis años en el sentido de que también puede temer que la muerte es un castigo por un comportamiento inapropiado. Pueden temer que el mal comportamiento ha provocado la muerte del ser querido y que lo más probable es que sean castigados por ello. Pueden también creer que ellos u otro ser querido van a ser los próximos en morir. Debido a que simplemente no puede entender la muerte al nivel intelectual de los adultos, es difícil deshacerse de sentimientos de rabia, miedo y culpa. No es inusual para un niño en este rango de edades sentir alguna vergüenza con respecto a la muerte de un ser querido. Pueden sentirse diferentes a otros niños de su edad y resistirse o molestarse con preguntas relacionadas con la muerte tales como: “¿En qué trabajan tus padres?” si uno de los padres ha fallecido, o “¿Cuántos hermanos y hermanas tienes?” si ha perdido a uno de éstos. Humillación y confusión toman un lugar primordial en su pena. A esta edad, los niños no solo son susceptibles a sus propios sentimientos, sino también a los de los demás. Como resultado,

entienden lo que la pérdida puede significar para otros. En resumen, tienen la capacidad de sentir empatía. Los niños mayores en este rango de edades no sólo necesitan apoyo y consuelo, sino que también pueden ser una fuente de apoyo y consuelo para los demás. Oportunidades de ser útiles para otros durante la crisis pueden de hecho ayudar al niño a afrontar sus propios sentimientos. Precaución importante: Los niños entre los 10 y 12 años pueden también asumir la carga de responsabilidad si quien ha fallecido era una persona encargada del cuidado. Pueden sentirse responsables por los hermanos menores. Un niño o una niña puede tratar de asumir el papel del papá o de la mamá que han perdido en el hogar. Preste atención a este comportamiento. Aunque brindar apoyo y alentar a los hermanos menores es una buena labor, hay una línea muy delgada entre ellos asumiendo demasiada responsabilidad y ya no disfrutar su niñez. Un tipo de relación en particular, la relación entre hermanos, es única. Cuando un hermano muere, los niños pueden sentir como que perdieron a un mejor amigo, a un compañero de juegos y alguien que los ama y los consuela. Los hermanos con frecuencia comparten una historia y experiencia similares, construyendo vínculos que podrían durar toda una vida. Incluso en sus peores momentos, las relaciones entre hermanos son significativas y pueden impactar negativamente la vida del hermano sobreviviente cuando la relación es interrumpida. Quizás los efectos más profundos de la muerte de un hermano son los cambios en el funcionamiento y en la estructura de la familia. Cuando un hijo muere, los padres están abrumados por el dolor y pueden tener dificultar para desempeñar sus respectivos papeles como personas responsables de su cuidado. Los hijos sobrevivientes se quedan preguntándose qué es lo que pasa o qué deben hacer. Algunas veces su respuesta a una muerte parece inapropiada para los adultos y los niños pueden desarrollar un sentimiento de que su dolor es inapropiado.

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En última instancia, pueden sentirse fuera de lugar o que no logran adaptarse. En algunas familias, el hijo sobreviviente puede convertirse en el objeto de la rabia de uno de los padres por la muerte del otro hijo. En otras familias, puede ser sobreprotegido por el miedo intenso de un padre de perder otro hijo o completamente abandonado mientras los padres se enfocan en la muerte del otro hijo. Aún así otros padres pueden prohibir cualquier discusión acerca del hijo fallecido. La respuesta de un niño afligido por la pérdida de un hermano o hermana depende en gran medida, entonces, de las interacciones con sus padres u otras personas encargadas de su cuidado. Demuestre amor Los niños tanto pequeños como grandes necesitan expresiones de amor para ayudarles en los momentos difíciles. Es probable que los padres y personas encargadas de su cuidado quieran ofrecer acariciar y cargar al niño a menudo para que se sienta seguro. Decirles a los niños frecuentemente que los quiere puede resultar muy útil y puede también motivarlos a expresar sus sentimientos. Responda a los sentimientos de los niños Es muy importante responder apropiadamente a los sentimientos de los niños. Los más pequeños pueden tener una menor capacidad de expresarse verbalmente, pero pueden hacerlo a través de sus acciones. Con los niños mayores, es útil para los padres y personas encargadas de su cuidado motivarlos a expresar libremente sus pensamientos y sentimientos. Los niños pueden expresar tristeza, miedo y rabia, todos éstos sentimientos que resultan previsibles. Un niño puede llorar, lo que es perfectamente natural. No se deje asustar por las lágrimas ni intente aplacarlas. La rabia puede ser exteriorizada físicamente de Ayudando a los niños a afrontar

maneras apropiadas, tales como correr afuera o llenando una bolsa de basura con papel periódico. Cuando un niño parece sentirse de una manera en particular, pregúntele cómo se siente. La mejor manera para que un niño se sienta cómodo compartiendo sus pensamientos y sentimientos es que uno de sus padres o persona encargada de su cuidado comparta abiertamente sus propios pensamientos y sentimientos. Tranquilice a los niños Un niño va a volver a procesar sus

a medida que hablan sobre sus miedos. Sin importar lo irracional que puedan parecer éstos miedos, intente verlos en términos del desarrollo del niño. Él puede usualmente

sentimientos por la pena en cada etapa

de su desarrollo durante su vida.

aceptar explicaciones cuando sabe que hay un apoyo adecuado por parte de uno de sus padres o de una persona encargada de su cuidado. Respuestas a miedos que son directas, simples y claras acompañadas por caricias o por alguien que lo cargue, son las mejores respuestas. Entienda que los niños con frecuencia sustituyen sentimientos que pueden manejar por otros que no. Pueden sonreir o reir a carcajadas por cosas que no son graciosas. Es importante ver este comportamiento como una reacción de adaptación. Sin importar qué tan cómodo llega a estar un niño con una explicación apropiada para su edad acerca de la muerte, va a procesar nuevamente la experiencia y sus sentimientos al respecto en cada etapa del desarrollo, durante toda su vida. A medida que un niño madura, va a necesitar mayor información acerca del difunto y de las circunstancias que rodearon la muerte. Necesitará tiempo, espacio y oportunidades adicionales para elaborar su pena y crecer. Pasen tiempo jugando juntos Los niños con frecuencia comunican sus sentimientos más profundos a través de

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acciones. Por lo tanto, es mejor responder a sus sentimientos con acciones. Los padres y personas encargadas de su cuidado pueden apoyarlos tomándose el tiempo para sentarse con ellos y jugar juntos, no guiando el juego, pero permitiéndoles expresar lo que quieran a través del uso de los juguetes. Respuestas como: “Tu muñeca se molestó cuando tu papi se fue”, y “Tu muñeca está llorando en la cama. ¿Por qué está triste?” son afirmativas y motivan a los niños a tratar de elaborar el duelo por la pérdida vivida. Entienda la importancia de eventos perdidos Si el papá le había estado enseñando cómo lanzar el anzuelo o cómo montar una tienda de campaña y muere de repente, éste puede ser el foco de mucha de la preocupación del niño. Puede parecer que está más preocupado por pescar y acampar que por la pérdida del padre. No se trata de eso, pero es la manera en la que los niños pequeños están en mejor capacidad de expresar la pérdida. El niño necesita simpatía y apoyo por sus sentimientos y no críticas o rechazo por la manera en que son expresados. Proteja a los niños del colapso emocional de los padres o personas responsables de su cuidado Comparta con el niño la crisis familiar tanto como sea posible pero protéjalo de presenciar un colapso emocional por parte de alguien de quien depende. Los niños pueden usualmente manejar sentimientos de dolor emocional,

soledad y rabia, pero presenciar un colapso emocional ocasionará ansiedad e inseguridad innecesarias. Pregúntele al niño cuáles son sus sentimientos con relación a la tristeza que usted siente. Esto les va a ayudar con sus propios sentimientos.

Pregúntele al niño cómo se siente con respecto a la tristeza que usted siente.

Proteger a los niños del colapso emocional de un adulto es importante, sin embargo enviarlos a pasar largos períodos de tiempo con otros parientes o amigos puede ser destructivo. Es mejor no evitarles la realidad de lo que está pasando. Necesitan aprender que pueden experimentar la muerte de un ser querido sin venirse abajo emocionalmente por completo. Sin embargo, también necesitan sentirse seguros sabiendo que mientras ellos aprenden cómo elaborar su duelo, van a contar con uno de sus padres o con una persona encargada de cuidarlos. Si éstos no están en capacidad, es apropiado que otro adulto responsable asuma su cuidado por un corto período de tiempo. Hable sobre la muerte Las respuestas honestas y apropiadas a las preguntas de los niños acerca de la muerte son las mejores, particularmente aquellas que son apropiadas para su etapa de desarrollo. Al igual que los adultos, los niños pueden experimentar una gran ambivalencia acerca de la finalidad de la muerte. Pueden insistir que su ser querido está vivo o que lo vieron respirar o abrir los ojos en el ataúd. Ayúdeles a entender

Refuércele a los niños que no fue decisión del ser querido morirse.

que la muerte física, en sí misma, no duele. La familia está llorando porque tienen un dolor interior. La tristeza viene del hecho de que una relación que significó tanto para todos ahora se ha perdido.

Refuérceles a los niños pequeños el hecho de que el ser querido no eligió morir. En la vida, a las personas se les dan opciones, y algunas toman malas decisiones, tales como consumir alcohol u otras drogas y luego conducir. Estas decisiones pueden lastimar y matar a otras personas. No es culpa de nadie excepto de la persona que tomó la mala decisión. Anote las maneras como responde las preguntas de su hijo acerca de la muerte. Si las conserva en un diario, estas respuestas pueden

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ser utilizadas después como referencia para conversaciones futuras. Comuníquele al personal de la escuela, otros familiares y amigos la manera como usted le ha explicado la muerte. Si ellos entienden su filosofía, se pueden evitar los mensajes confusos. Tenga cuidado al comunicarse con los niños más pequeños, ya que éstos tienen pensamientos muy concretos. Realizar afirmaciones como: “Morir es irse a dormir” pueden asustar al niño, temiendo que cuando vaya a dormir también se va a morir. Decirle algo como: “Tu papá se ha ido por mucho, mucho tiempo” puede dejar al niño con un sentimiento de haber sido abandonado y con la expectativa de que el papá va a regresar. Permítales a los niños compartir experiencias de tradiciones funerarias Permítales a los niños la oportunidad de asistir al funeral o a las honras fúnebres. Esto los confronta con la realidad de que la muerte ha ocurrido y les ayuda a reconocer su pérdida. Es importante darle al niño tiempo antes del funeral para ver el cuerpo y decir adiós a su manera. Los niños mayores necesitan información detallada acerca de qué esperar en el funeral. Tal vez quieran visitar al director de la funeraria quien podrá responder sus preguntas. Aunque deben ser motivados a asistir a los funerales, nunca deben ser obligados. De la misma manera, no deben ser forzados a besar o tocar al difunto aunque es perfectamente aceptable si desean hacerlo. Permítales a los niños compartir experiencias

de conmemoración, tales como visitar el cementerio. Ir al cementerio funciona contra la evasión, la negación y la represión de sentimientos dolorosos. La tristeza sentida en ese lugar puede ayudarles a superar su pena por la pérdida del ser querido.

Motive a los niños a expresarse sin forzarlos a hacerlo.

Los niños necesitan maneras concretas de expresarse. Puede ser importante que lleven flores, cartas u otros regalos al cementerio. Motive al niño a escribir una carta de despedida al difunto. Puede llevarla al cementerio y enterrarla o colocarla en un arreglo de flores. Si ha pasado el funeral y por cualquier razón el niño no participó, no es demasiado tarde para remediar la situación. Pídale a una persona del clérigo de confianza o al director de la funeraria que conduzca unas honras fúnebres cortas, simples sólo para niños. Invite a todos los niños que quieran asistir. Quizás puede tener lugar al lado de la tumba, y los niños pueden tomar fotos de recuerdo. Los niños pueden querer objetos, ropa o fotografías del ser querido. No se preocupe si quieren llevarse estos objetos a la cama con ellos. Inventar juegos que empiecen con: “Recuerdas cuando” o “Te acuerdas de” para facilitar la expresión de sentimientos puede ofrecer formas adicionales de recordar al difunto. Recuerde a sus seres queridos en las fechas especiales Al igual que usted, los niños van a estar especialmente conscientes del ser querido ausente durante las festividades y van a querer encontrar maneras de incluirlo en las celebraciones. Los más pequeños especialmente marcan el tiempo de acuerdo al paso de las fechas especiales. Puede que usted no se sienta con el ánimo de celebrar, pero mantener la tradición es importante. No obstante, incluso los niños más pequeños entenderán que las cosas han cambiado y pueden tener algunas ideas sobre maneras de hacer las cosas diferentes en caso de que seguir las tradiciones familiares resulte demasiado doloroso.

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Cuíde de usted mismo como padre, madre o persona reponsable del cuidado del menor Cuidar de un niño afligido puede ser doloroso y consumir mucho tiempo. Tenga en cuenta que, al igual que lo están haciendo los niños, usted también está atravesando por varias etapas de duelo. Sin embargo, es improbable que en algún momento pasen por la misma etapa al mismo tiempo. Cuídese. Asista a reuniones de grupos de apoyo a víctimas, lleve un diario, o busque terapia por un tiempo. Lo mejor que puede hacer por su hijo es manejar su propio duelo de una manera saludable. Si tiene preguntas o preocupaciones o si desea apoyo adicional para ayudar a su hijo a afrontar la muerte, llame

a un hospicio local, un centro de apoyo para el manejo del duelo, a la oficina local de MADD, al consejero de la escuela de su hijo, o a un profesional de salud mental. Muchos departamentos de trabajo social de los

Pida ayuda en su comunidad para encontrar apoyo para sus hijos.

hospitales pueden referirle a profesionales o programas apropiados. Directores funerarios y líderes religiosos comunitarios también son un buen recurso. Regrese a una rutina Los niños salen adelante con rutinas. Éstas establecen expectativas seguras para ellos y pueden ayudarles a afrontar después del caos de un accidente. La simple rutina de alistarse para ir a la cama, bañarse y leer un libro puede ayudar a empezar a restablecer una sensación de normalidad. Trate de llevar a los niños de regreso a una rutina lo más pronto posible con horas establecidas para despertarse, dormirse, comer e ir a la escuela.

Reflexiones finales

El duelo es una parte necesaria de la vida. Mucho de cómo un niño elabora su duelo está determinado por la influencia de los padres y de las personas encargadas principalmente de su cuidado. Un ambiente que fomenta la comunicación abierta, honesta brinda a los niños afligidos seguridad durante sus oleadas de nostalgia, tristeza, rabia y culpa. Sin ninguna duda van a experimentar el dolor asociado con la pena y el duelo, sin embargo podrán expresar sus sentimientos y resolver cualquier asunto difícil. Aprenderán a manejar el dolor por la pérdida. Las habilidades para afrontar la pérdida que aprendan a dominar hoy continuarán con ellos durante toda la vida adulta. Lecciones de elaboración del duelo y de recuperarse de una pérdida son regalos preciosos que usted puede darle a los niños en su vida. Si busca mayor información, o para hablar con alguien, por favor llame a la línea de ayuda a las víctimas 24-Horas al 1-877-MADD-HELP (877-623-3435) para ser comunicado con un defensor de víctimas de MADD quien estará listo y dispuesto para escucharle y ayudarle. También puede visitarnos en línea en madd.org/help .

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Linea de Asistencia a las Víctimas las 24 horas 877.MADD.HELP

madd.org/help

MADD no discrimina contra individuos o grupos, tanto en empleo como en la prestación de servicios o beneficios, en base a raza, sexo, color, religión, nacionalidad, edad, ingresos, estado civil, orientación sexual, condición médica, discapacidad o estatus como veterano militar. Si cree que ha sido objeto de discriminación, debe presentar una queja con la Oficina de Derechos Humanos lo más pronto posible.

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