La economía digital en España Avances y retos por regiones y sectores
La economía digital en España
Avances y retos por regiones y sectores
julio 2023
Este estudio ha sido realizado por el siguiente equipo investigador:
EQUIPO
Eva Benages (Ivie y Universitat de València) Juan Fernández de Guevara (Ivie y Universitat de València) Laura Hernández (Ivie)
EDICIÓN
M.ª Cruz Ballesteros (Ivie)
DOCUMENTACIÓN
Belén Miravalles (Ivie)
con el apoyo técnico del departamentos de Economía de la Fundación Cotec: Aleix Pons, director de Economía Ignacio Gordo, analista de Economía
Ín DI CE
Resumen ejecutivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
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2. Antecedentes y metodología
3. Digitalización de la economía española en el contexto internacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
4. Digitalización en España y en sus sectores productivos . . . . . 44
5. Digitalización en el trabajo y en el capital . . . . . . . . . . . . . 58
6. Digitalización en las comunidades autónomas españolas . . . . . 74
7. Diferencias regionales en la digitalización en el trabajo y en el capital . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
8. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .106
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Anexo 1. Metodología
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Anexo 2. Descomposiciones shift-share
Anexo 3. Fichas por comunidades autónomas . . . . . . . . . . . . . .124
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
RESU MEN EJE CUTI VO
LA ECONOMÍA DIGITAL EN ESPAÑA. AVANCES Y RETOS POR REGIONES Y SECTORES
Las nuevas tecnologías digitales se encuentran en el punto de mira por su papel como catalizadoras del crecimiento económico, por su relevancia de cara a mejorar la productividad y por ser la palanca en la que se están apoyando las políticas públicas españolas y europeas, sobre todo tras el impacto de la pandemia y la necesaria reconstrucción con los fondos Next Generation. Sin embargo, no existe una métrica que permita cuantificar la repercusión que tiene la economía que se apoya en la digitalización. La mayoría de las aproximaciones a la importancia de la economía digital emplean indicadores de las distintas dimensiones de la digitalización, y en algunos casos utilizan índices sintéticos que solo recogen información parcial de la digitalización. Este informe presenta una metodología y una base de datos que permiten medir el tamaño de la economía digital analizando su penetración por regiones y en todos los sectores de actividad. La ventaja del método propuesto es que está anclado a la metodología de Cuentas Nacionales, por lo que su medición permite evaluar en qué medida está contribuyendo el avance de las tecnologías digitales al producto interior bruto (PIB). La metodología se basa en el concepto de función de producción, que relaciona los factores de producción con el valor añadido generado. En este marco conceptual, se calcula la remuneración de los factores de producción (capital y trabajo) que están asociados a la digitalización, lo que permite cuantificar la parte del PIB que se debe a la economía digital. La clave es delimitar los factores de producción digitales y determinar la remuneración que perciben. Los bienes de capital que se considera que están asociados a la digitalización son el software (incluyendo las bases de datos), el hardware , las comunicaciones y la I+D. Para el factor del trabajo, se tienen en cuenta los trabajadores que desempeñan ocupaciones
digitales en sus puestos. Dados estos factores, se calcula, a partir de los datos que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) en la Contabilidad Nacional (CNE) y en la Contabilidad Regional de España (CRE), la parte del excedente bruto de explotación (EBE) y de la remuneración del trabajo (RT) que se debe a ellos y la que corresponde al resto de los bienes de capital y de trabajadores. La base de datos elaborada con la metodología propuesta ofrece información del valor añadido bruto (VAB) digital generado en veintiún sectores de actividad de cada región española desde 2011 hasta 2021. También se ofrece información sobre la penetración de la digitalización en el capital (EBE) y en el trabajo (RT). En este último caso, es hasta el año 2022. De esta forma, además de cuantificar la aportación al PIB de la digitalización, es posible estimar la parte que procede de la digitalización en el capital y en el empleo. Digitalización de la economía española en el contexto internacional La economía española ocupa una posición media-alta en el conjunto de países europeos de acuerdo con el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) 2022 de la Comisión Europea. Esta posición es posible gracias a su elevada digitalización en las Administraciones públicas y en el desarrollo de infraestructuras de conectividad, como la adopción y el despliegue de la banda ancha fija y móvil. Sin embargo, se detectan carencias importantes, como el reducido peso del sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la economía (3,1 % en valor añadido y 2,3 % en empleo, frente a la media de la Unión Europea, del 4,3 % y 2,8 % respectivamente) y su menor productividad e inversión en I+D. En general, la menor digitalización se observa en todo el tejido empresarial, pero más entre
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las empresas pequeñas y medianas, donde la adopción de estas tecnologías es más reducida. Las debilidades de la economía española también se hacen patentes por el menor uso de trabajo cualificado y especialistas TIC entre los ocupados. Las competencias digitales en España son más reducidas que en otros países. La economía digital en España y en sus sectores productivos Según los resultados obtenidos en el informe, el VAB digital en España alcanzó los 163,9 mil millones de euros en 2021, lo que representa el 15,0 % de su PIB. El peso de la digitalización en la economía ha seguido un perfil continuamente creciente desde 2011, año en el que representaba únicamente el 9,7 % del VAB total. Por sectores, el PIB digital se concentra en la información y las comunicaciones (18,9 %), las actividades profesionales (18,4 %), las Administraciones públicas, defensa, educación y sanidad (13,9 %) y las actividades financieras y de seguros (11,9 %). Con menor contribución al total del VAB, en comparación con estos cuatro sectores, se encuentra el del comercio y la reparación (7,1%). Los que tienen menor contribución son los de la agricultura y la pesca y la industria de la madera, el corcho, el papel y las artes gráficas. Los sectores productivos españoles se han clasificado en tres grupos, en función de la penetración de la digitalización (peso del VAB digital sobre el VAB total) 1 . En los de digitalización alta (el tercio de sectores con mayor digitalización), sobresale el de la información y las comunicaciones, en el que el 71,9 % de su valor añadido es digital. Con un nivel inferior al de este, destacan las actividades financieras y de seguros (42,0 %).
Y acompañando a estos dos sectores, aunque en un escalón por debajo, se encuentran otros cinco con un peso del valor añadido entre el 29,2 % y el 33,2 %: las coquerías y el refino de petróleo, la industria química y los productos farmacéuticos, las actividades profesionales, la maquinaria, equipo y material eléctrico y electrónico, la fabricación de material de transporte y la industria textil, de confección, cuero y calzado. Estos siete sectores pueden clasificarse, de acuerdo con la metodología desarrollada, como sectores de digitalización alta. En el extremo opuesto, hay otros siete en los que el VAB digital no alcanza el 8 % del total y que, por tanto, constituyen los sectores de digitalización baja: comercio y reparación, transporte y almacenamiento, otros servicios, hostelería, construcción, actividades inmobiliarias y agricultura y pesca. Entre estos dos grupos, se encuentran los de digitalización intermedia, que tienen un peso en el VAB en torno al de la media nacional, entre el 16,2 % (fabricación de productos de caucho y plástico y otros productos minerales no metálicos) y el 10,7 % (metalurgia y fabricación de productos metálicos). En suma, en los sectores de alta digitalización se incluyen tres de servicios, además de alguno de manufacturas. El resto de los servicios suelen estar en los sectores de baja digitalización, salvo el de las Administraciones públicas, defensa, educación y sanidad. Las manufacturas ocupan las posiciones intermedias. Algunos de los sectores tradicionales de especialización española, como la hostelería, la construcción y las actividades inmobiliarias o la agricultura se encuentran en el grupo de baja digitalización. El crecimiento de la digitalización entre 2011 y 2021 ha sido generalizado e intenso en todos los sectores de actividad. En general, el crecimiento de la digitalización ha sido elevado en las manufacturas y más reducido en los servicios. Los menores crecimientos
1 Los tres grupos sectoriales según su intensidad digital se han definido de acuerdo con la división por terciles.
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se observan en otros servicios, en agricultura y pesca, en actividades inmobiliarias, en las Administraciones públicas, defensa, educación y sanidad y en la construcción, donde no se llega a 1,5 puntos porcentuales de crecimiento. El avance generalizado en todos los sectores de actividad está provocando que se reduzcan las diferencias crecientes entre ellos.
la economía. En todos ellos, salvo en tres (la construcción, las actividades inmobiliarias y, sobre todo, la información y las comunicaciones), la penetración de la digitalización en el capital es superior a la del trabajo. La digitalización en el trabajo es menor y avanza más lentamente. Todos los sectores coinciden en estas características. En cambio, en el capital sucede lo contrario: hay una mayor digitalización, un avance más rápido y una mayor homogeneidad entre sectores. La distinta evolución de la digitalización en el capital y en el trabajo ha generado que, en todos los sectores, salvo en la construcción y las actividades inmobiliarias, el capital se lleve una proporción mayor de rentas entre los activos digitales que el capital no digital. Paradójicamente, el sector en el que menos crecen las rentas asociadas al capital digitalizado es el de la información y las comunicaciones, debido a que es en el que más crecen las rentas del trabajo digitalizado.
Digitalización en el trabajo y en el capital
Existe un intenso debate sobre el aumento del peso relativo de las rentas del capital en detrimento de las del trabajo en algunos países, y varios autores justifican que este fenómeno está íntimamente relacionado con los efectos de la digitalización y los mercados tecnológicos. Los datos estimados confirman que, aunque en el conjunto de la economía española las rentas del capital y del trabajo han mantenido una proporción estable en el VAB, en la economía digital las rentas del capital cada vez pesan más. El avance de las rentas del capital digital sobre el capital total ha sido más intenso que en el caso del trabajo. Las rentas del capital asociadas a la digitalización pasaron de representar el 8,7 % del total de las rentas del capital en 2011 al 19,4 % en 2021 (por lo que su peso ha aumentado más del doble), mientras que en el trabajo el incremento ha sido de tan solo 2,5 puntos porcentuales (pasó del 10,2 % al 12,7 % en 2022). A diferencia de lo que ha ocurrido en el conjunto de la economía, en el que la parte de las rentas que remuneran el capital y el trabajo ha mantenido una proporción relativamente constante entre 2011 y 2021 (del 40 % y el 60 % respectivamente), en los factores digitales no ha sucedido lo mismo, pues el capital ha concentrado cada vez una mayor proporción del VAB digital. En el año 2021 llegó al 46,9 % del total de las rentas asociadas a la digitalización, frente al 30,1 % de 2011. Este fenómeno es una cuestión generalizada en todos los sectores de
Digitalización en las regiones españolas
A nivel regional se observa que el ranking del VAB digital es similar al del VAB. Sin embargo, la concentración de la digitalización por territorios es mucho mayor que la de este último. Dos regiones, Madrid (30,7 %) y Cataluña (21,2 %), concentran algo más de la mitad del VAB digital, frente al 19,4 % y el 19,0 % del VAB total respectivamente. Andalucía, la Comunitat Valenciana y el País Vasco siguen a las regiones líderes, pero con una cuota regional más reducida, entre el 6,5 % y el 9,8 %. En el extremo opuesto, Ceuta y Melilla, La Rioja, Cantabria, Extremadura, Asturias y Navarra ocupan las últimas posiciones.
En términos de penetración de la digitalización en la estructura productiva regional, la ventaja
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de Madrid es clara, pues el 23,7 % de su VAB es digital. Las siguientes comunidades son Cataluña (16,7 %) y el País Vasco (16,4 %), también por encima del promedio nacional. El resto son relativamente homogéneas, con una penetración entre el 14,0 % (La Rioja) y el 7,5 % (Ceuta y Melilla). El avance en la digitalización es claro en todas las regiones, aunque, de nuevo, se advierte un mayor dinamismo por parte de Madrid, el País Vasco y Cataluña, donde la penetración de la digitalización ha aumentado 7,5, 6,6 y 6,5 puntos porcentuales respectivamente. En las demás regiones el crecimiento es menor y más homogéneo entre ellas, entre 1,9 y 5,6 puntos porcentuales. Madrid y Cataluña también tienen ventaja en cuanto a su especialización en sectores en los que la digitalización es mayor, pues los sectores de digitalización alta aportan el 34,8 % y el 27 % del VAB total respectivamente. A estas dos comunidades les siguen el País Vasco (24,5 %) y Navarra (24,3 %). Las regiones con una especialización menos orientada a la digitalización son Andalucía, Canarias y las Islas Baleares, donde los sectores de baja digitalización representan entre el 51,7 % y el 61,1 % del VAB regional. Estas regiones tienen en común un elevado peso del sector turístico, en el que la hostelería tiene un papel importante, del sector primario y/o de las actividades inmobiliarias y la construcción. El sector de la información y las comunicaciones contribuye significativamente en los procesos de digitalización, al ser el que provee de los servicios digitales al resto de los sectores. Una vez más, Madrid destaca sobre las demás regiones por el peso que tiene este sector en su economía (9,8 % del VAB total de la región), que es muy superior a la media nacional (4,0 %). En el resto de las comunidades autónomas, el peso del sector de la información y las
comunicaciones es mucho menor: no supera el 3,9 % en la segunda región en la que mayor peso representa (Cataluña), y hay otras siete en las que no supera el 2 %. Madrid, Cataluña y el País Vasco son las regiones que superan la media nacional de intensidad digital, como ya se ha comentado. Las ventajas de Madrid emanan tanto de un mayor peso de la digitalización en todos los sectores (lo que explica el 33,9 % de la diferencia total de la digitalización con respecto al resto del país) como de una especialización más orientada a los sectores digitales (lo que explica el 62,4 % de las diferencias entre esta región y el resto de España). Aunque la diferencia en cuanto al nivel de digitalización entre Cataluña y el resto del país es menor que en el caso de Madrid, las conclusiones son similares: el efecto intrasectorial explica el 29,1 % de las diferencias, la especialización, el 54,6 %, y la interacción entre ambos, el 16,3 %. Sin embargo, el caso del País Vasco es inverso, ya que la intensidad de la digitalización en todos los sectores de actividad explica el 70,4 % de las diferencias con España, mientras que el efecto de la especialización, tan solo el 6,6 %, y la interacción entre ambos, el 23,0 %. Por tanto, el aumento de la digitalización en el País Vasco se debe sobre todo a una digitalización generalizada en todos los sectores de la economía, más que a una reorientación de su especialización. Un hecho común a todas las regiones es que en promedio el 88,3 % del crecimiento del PIB digital se debe al aumento generalizado de este último en todos los sectores de actividad, mientras que el cambio en la especialización productiva hacia sectores más digitalizados tiene una importancia residual. La variación de la digitalización en cada región se debe, por tanto, fundamentalmente a su avance en todos los sectores de actividad, y no tanto a los cambios de especialización sectorial, esto es, a los cambios en el modelo productivo. En todas las regiones el componente
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intrasectorial explica más del 80,1 % de la variación total. Este porcentaje es incluso mayor que el 100 % en las Islas Baleares y Castilla-La Mancha, donde la especialización ha variado hacia sectores de digitalización menos intensiva. Es preocupante el caso de Castilla-La Mancha, por ser de las regiones en las que menos crece la digitalización en general, a lo que hay que añadir los movimientos de especialización en la dirección opuesta. En suma, en la distribución por regiones del PIB digital destaca la existencia de un polo de digitalización, localizado sobre todo en Madrid, pero también en Cataluña y el País Vasco, tanto en la penetración de la digitalización como en su crecimiento, y con reducidas diferencias entre el resto de las regiones que se han mantenido constantes en el tiempo. Existen menores diferencias en la evolución entre regiones que entre sectores. La principal causa del dinamismo de la digitalización es el aumento de la intensidad digital en cada uno de los sectores, más que los cambios relativos a la especialización productiva. Eso sí, Madrid y Cataluña tienen ventajas claras, al disponer de una especialización más orientada hacia sectores más digitalizados (de intensidad digital alta y media), particularmente en el sector de la información y las comunicaciones. Diferencias regionales en la digitalización en el trabajo y en el capital En todas las comunidades autónomas españolas, la parte de las rentas del trabajo que remunera la digitalización es muy inferior a la parte del EBE que remunera a los activos digitalizados. Por tanto, geográficamente se aprecia el mismo fenómeno que ya se observaba a nivel nacional y por sectores: una mayor penetración de la economía digital en el capital que en el trabajo. Este es un hecho compartido y de magnitud similar en todas las regiones. En
todas ellas se ha producido un incremento en la ratio entre el EBE digital y el VAB digital, aunque esta ratio para el conjunto de la economía ha sido estable. Por tanto, aunque en el conjunto nacional no se observa que las rentas del capital estén acumulando una mayor proporción de las rentas totales de la economía, entre los activos digitales sí que está sucediendo esto. Las comunidades autónomas españolas son más homogéneas en términos de intensidad de la digitalización en el capital que en el trabajo, pese a la menor penetración en este último. Por lo tanto, las regiones son relativamente homogéneas en la incorporación de bienes de capital digitales a los procesos productivos, pero no tanto en el número de profesionales dedicados a ocupaciones digitales. Este hecho vuelve a incidir en una cuestión ya advertida anteriormente: la dificultad existente a la hora de mejorar la digitalización en el ámbito laboral, aunque en este caso se observa desde la óptica regional.
Digitalización y COVID-19
La pandemia de la COVID-19 supuso un retroceso en la digitalización, con una caída del VAB digital del 10,0 % en términos reales. Ahora bien, esta reducción fue inferior a la del conjunto de la economía, pues su peso incluso aumentó ligeramente del 13,6 % en 2019 al 13,8 %. 2021 supuso una aceleración de la digitalización, pues en términos reales el VAB digital aumentó un 14,9 %, y su peso en la economía alcanzó el 15,0 %. Por sectores, la pandemia significó un retroceso del 14 % del VAB real en la industria y del 9 % en los servicios. La recuperación de 2021 fue más intensa también en las manufacturas (29 %) que en los servicios (12 %). El peso del VAB digital en las manufacturas se mantuvo estable en 2020 y aumentó con más rapidez en 2021, año en el que llegó al 20,7 %. En cambio, el aumento de
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Síntesis de mensajes
peso de la digitalización del VAB de los servicios continuó con la tendencia de crecimiento de los años previos. La amplia desagregación sectorial permite contrastar que la digitalización disminuyó en diez sectores de actividad, pero, en cambio, aumentó en otros once. La COVID-19 ha sido un catalizador de la digitalización en casi todos los sectores. Así, el incremento del peso del VAB digital en cada sector en 2021 fue superior en todas las ramas de actividad a la reducción del año anterior, especialmente entre los sectores en los que la digitalización se vio más afectada durante la pandemia, con crecimientos por encima de los cuatro puntos porcentuales, pero también entre los que mostraron mayor resiliencia. Por regiones, también se observa que la economía digital fue capaz de resistir mejor los efectos de la crisis sanitaria de la COVID-19, y que esta ha supuesto un efecto catalizador. Salvo en cuatro regiones (Ceuta y Melilla, Aragón, Extremadura y Castilla-La Mancha), en todas las demás aumentó la intensidad digital incluso en 2020. Sin embargo, lo llamativo es la aceleración en todas las regiones del crecimiento de la intensidad digital en 2021. Destaca el crecimiento del País Vasco, donde la intensidad digital aumentó 2,3 puntos porcentuales.
La metodología desarrollada permite cuantificar el peso de la economía digital y analizar su evolución en la economía española, sus sectores y sus regiones. La visión global es positiva, pues los datos destacan el avance generalizado de la digitalización de la economía en su conjunto, en todas las regiones y sectores. Sin embargo, este avance muestra algunos desajustes: D En primer lugar, la digitalización está progresando fundamentalmente por la inversión en bienes de capital digital, más que por la transformación de la mano de obra. El nivel de digitalización en el trabajo es muy inferior, y avanza más lento. Esto es un reto para nuestro país: mejorar el repertorio de profesionales y especialistas TIC y que las empresas los incorporen en sus procesos productivos. Las nuevas tecnologías se caracterizan por tener capacidad para generar efectos más allá de su aplicación directa, y, para realizar su máxima contribución a la economía, necesitan que los procesos y los modelos de negocio se transformen, así como especialistas para utilizarlas dentro de las empresas. Aquí es donde parece que no estamos siendo capaces de avanzar al ritmo necesario. D En segundo lugar, el aumento del peso de la economía digital, tanto en el agregado nacional como por sectores, se explica por la intensificación generalizada del uso del capital y de los trabajadores digitales en todos los sectores, y no por cambios en la especialización productiva. Así, en todos los sectores y en todas las regiones, el principal componente que explica el mayor peso del PIB digital es la intensificación en el uso de estos factores. No se observa un cambio en la especialización hacia sectores
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de digitalización alta que explique las mejoras en la digitalización. Sería útil que las empresas innovadoras, productivas y que basen estas ventajas en la digitalización no se encuentren con barreras para el crecimiento (de competencia, de acceso a la financiación, etc.) y ganen cuota de mercado. Los cambios en la especialización son complicados y lentos, pero lograrlos potenciaría la digitalización intensiva que se está produciendo. D En tercer lugar, se debería aspirar a que la digitalización fuese inclusiva y abarcase la mayor parte de la economía. Geográficamente, la digitalización está polarizada. Aunque en términos globales no se observa que hayan aumentado las diferencias entre las distintas comunidades
ha crecido menos son las que más se han especializado en sectores menos intensivos en digitalización. D En cuarto lugar, también en relación con el objetivo de la digitalización inclusiva, los resultados muestran un elemento preocupante asociado con la mayor capacidad del capital digital para absorber rentas en comparación con los demás tipos de capital y con el trabajo. A medida que ha avanzado la digitalización, se ha reducido la proporción de rentas que percibe el trabajo digital frente al capital. Cuanto mayor sea el avance de la digitalización, este aspecto redistributivo también será más importante. Los requerimientos de la digitalización pueden llegar a aumentar la brecha no solo a nivel económico, sino también a nivel de cohesión social y educativa. En este sentido, la progresiva automatización de los procesos productivos que acompaña a la digitalización puede contribuir a transformar la estructura del empleo en términos de distribución de los sectores, las ocupaciones, las competencias y las tareas que realizar. La transformación de las tareas dentro de los propios puestos de trabajo para adaptarse a actividades más digitales resultará (y ya está resultando) fundamental para los trabajadores. A este respecto, la implicación tanto de los empleados como de las propias empresas en la formación continua de las plantillas ayudará a que la adaptación a las constantes transformaciones que conlleva la digitalización sea más llevadera. D En quinto lugar, la economía digital ha mostrado mayor capacidad de resiliencia
autónomas, sí que es evidente que en España existen tres centros de
digitalización: Cataluña, el País Vasco y, sobre todo, Madrid. Estas regiones marcan las diferencias en todas las dimensiones analizadas, por lo que desde la óptica de la política regional deberían plantearse medidas para potenciar el desarrollo de otros polos de digitalización no centrados en las grandes áreas. Aunque no son aspectos tratados en este informe, es conocido que Madrid y Cataluña tienen economías de escala en la actividad económica debido a la acumulación de trabajadores con alta formación, a la disponibilidad de recursos financieros, a una mayor dimensión empresarial, a la presencia de empresas innovadoras y de gran tamaño, etc. Igualar las condiciones entre regiones permitiría acelerar la digitalización y reducir las diferencias existentes en el peso de la economía digital. En cuanto al País Vasco, está evolucionando en esta misma dirección, sobre todo después de la pandemia. Asimismo, se ha constatado que las regiones en las que la economía digital
durante los peores momentos de la COVID-19, y se ha acelerado en 2021. Por tanto, ha sido una de las palancas fundamentales para resistir la crisis sanitaria y para salir de esta.
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INTENSIDAD DIGITAL DEL VAB. ESPAÑA (VAB digital/VAB total; porcentajes)
1. Intensidad digital del VAB. 2011-2021
16 14 12 10
15,0
13,6
13,5
13,8
12,4
10,3
10,7
10,3
9,7
9,7
9,6
8 6 4 2 0
2. Intensidad digital del excedente bruto de explotación (EBE) y de la remuneración del trabajo (RT). 2011-2021
20
19,4
16
17,0
12,5
12,7
12,0
12
10,2
8
8,7
4
0
Excedente bruto de explotación (EBE)
Remuneración del trabajo (RT)
Nota: Intensidad digital del excedente bruto de explotación: EBE digital / EBE total. Intensidad digital de la remuneración del trabajo: RT digital / RT total.
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INTENSIDAD DIGITAL DEL VAB. ESPAÑA (VAB digital/VAB total; porcentajes)
3. Ranking por regiones. 2021
4. Ranking por sectores. 2021
Información y comunicaciones
C. de Madrid
16,2
23,7
Act. financieras y de seguros Coquerías y refino de petróleo; química; prod. farmacéuticos Actividades profesionales Maquinaria, equipo y material eléctrico y electrónico Fabr. material de transporte Industria textil, confección, cuero y calzado Fabr. prod. caucho y plásticos y otros productos m. n. m Ind. manufactureras diversas
Cataluña
16,7
10,2
País Vasco
16,4
9,8
España
15,0
9,7
La Rioja
8,4
14,0
C. F. de Navarra
13,5
9,4
Galicia
13,1
8,0
C. Valenciana
12,2
7,4
Energía
Islas Baleares
11,7
6,9
Total economía Industria de alimentación, bebidas y tabaco Industria de madera y corcho; papel y artes gráficas
P. de Asturias
7,9
11,5
Aragón
8,4
11,2
Andalucía
AA. PP. y defensa; educación; sanidad
11,1
7,1
Metalurgia y fabricación de productos metálicos Comercio y reparación
Castilla y León
11,0
7,2
Canarias
6,6
10,5
Transporte y almacenamiento
Cantabria
7,5
10,4
Otros servicios
R. de Murcia
6,6
9,6
Hostelería
Alta Media Baja Intensidad digital
Extremadura
9,5
6,9
Construcción
Castilla-La Mancha
6,1
8,5
Actividades inmobiliarias
2011
2021
2011
2021
Agricultura y pesca
Ceuta y Melilla
7,5
5,6
0
5
10
15
20
25
0
20
40
60
80
Fuente: INE (EPA Microdatos, EES Microdatos, CNE y CRE), Fundación BBVA e Ivie (2023) y elaboración propia.
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IN TRO DUC
CIÓN
01.
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Desde mediados de la década de los noventa, se puso de manifiesto la importancia de las TIC para el crecimiento económico, en especial para el avance de la productividad. Inicialmente la atención se fijó en los sectores productores de TIC: la fabricación de productos informáticos, electrónicos y ópticos en las manufacturas y, dentro de los servicios, el sector de la información y las comunicaciones. Sin embargo, la realidad está mostrando que estas tecnologías son de uso general y que impactan de manera transversal en todos los sectores, y no solo en su sector productor. La robotización, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el big data , etc., están transformando las empresas y las ocupaciones en todos los ámbitos de actividad, lo que posibilita la mejora de la productividad mediante la digitalización de las actividades.
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LA ECONOMÍA DIGITAL EN ESPAÑA. AVANCES Y RETOS POR REGIONES Y SECTORES
La digitalización está permitiendo que las empresas adopten nuevas estructuras productivas, el desarrollo de nuevos bienes y servicios, la aparición de nuevos canales de distribución y muchas transformaciones que deberían estar generando mayor productividad. Distintas instituciones públicas, como el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, la Comisión Europea o la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tienen en marcha distintas iniciativas para medir el impacto de la digitalización en la economía. Sin embargo, seguir los avances de la digitalización no es una tarea sencilla, pues no existen métricas que permitan hacer un seguimiento de su avance a nivel regional ni, en muchos casos, sectorial. Habitualmente se utilizan indicadores parciales del fenómeno, como el despliegue de las tecnologías (la implantación de la banda ancha, de la tecnología 5G, del uso de internet, de las compras y las ventas electrónicas, etc.). En la actualidad, no existe una metodología que permita conocer su avance de forma sistemática e integrada, y menos en un contexto que permita contextualizar este progreso dentro de un marco conceptual homogéneo y comparable con el resto de las variables económicas. Este estudio desarrolla una metodología que permite medir, desde una perspectiva macroeconómica, el avance de la digitalización en los sectores productivos de las regiones españolas, perfilando los rasgos más relevantes de sus diferencias. Además, el procedimiento tiene también la ventaja de que está anclado a la metodología de la CNE, y presenta datos completamente compatibles con la evolución agregada de la economía. El peso de la remuneración de estos dos factores digitalizados (empleo y capital) en el PIB es la aproximación adoptada en este estudio a la
importancia de la economía digital. De esta forma, se ofrece una cuantificación del impacto de la digitalización estimando su contribución al PIB. Para desarrollar este enfoque, el proyecto se apoya en una metodología innovadora y en la elaboración de un banco de datos propio. El enfoque propuesto parte de la consideración de que la digitalización se plasma en las ocupaciones de los trabajadores y en el tipo de capital que utilizan las empresas y el sector público. En el primer caso, se identifican las ocupaciones digitalizadas y, en el segundo, el capital TIC. Es decir, se analiza la forma en la que penetra la digitalización en los sectores por dos canales fundamentales para la generación de valor: las inversiones en activos digitales y la estructura de ocupaciones con distinto grado de digitalización. Esta aproximación requiere estimar la cantidad de activos TIC y los trabajadores con ocupaciones digitalizadas en sus puestos de trabajo, así como la remuneración de cada uno de estos dos factores. Este método permite disponer de información sobre la penetración de la digitalización para el total del país, para los veintiún sectores de actividad nacionales en los que se desglosa el VAB digital y para las regiones y su desagregación sectorial para el periodo 2011-2021. Los datos relativos al trabajo se basan en fuentes disponibles para periodos más actuales, lo que permite ofrecer la información actualizada hasta el año 2022. Esta aproximación posibilita abordar preguntas muy relevantes, como cuál es el peso de la economía digital en el PIB español y a qué ritmo avanza, qué sectores están más digitalizados y en cuáles se está acelerando la adopción de la digitalización. Asimismo, es posible conocer si existen grandes diferencias entre comunidades autónomas, y si tales diferencias han aumentado o disminuido. Se contrasta también si los cambios en la digitalización obedecen más a variaciones en la especialización de las
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regiones o a una tendencia general hacia una mayor digitalización. Y se aborda, además, el distinto avance en cada región y en cada sector de la digitalización según sea su fuente: por una mayor acumulación de capital TIC o por las mejoras en el trabajo digitalizado. En cuanto a la estructura de este informe, en la segunda sección, se describen las principales aproximaciones para medir el fenómeno de la digitalización y se presentan los principales rasgos de la metodología propuesta, que se muestra con mayor detalle en el Anexo 1. En la
tercera sección, se sitúa la digitalización de la economía española en el contexto internacional. En la cuarta, se muestra la evolución de la digitalización en el conjunto de la economía española y en sus sectores, y a continuación, en la quinta sección, se descompone el progreso de la digitalización en función de si proviene del trabajo o del capital. En el sexto apartado, se muestran las diferencias entre las regiones, y en el séptimo, se analizan las diferencias regionales según la fuente de la digitalización: capital o trabajo. Por último, en el octavo, se presentan las principales conclusiones.
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ANTE CEDEN TES Y METODO LOGÍA
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2.1. Aproximaciones
recopilación de indicadores sobre la adopción de algunas tecnologías por parte de las empresas y de habilidades o destrezas relacionadas con la digitalización por parte de los trabajadores o de la población, a partir de datos de encuestas sobre el uso de tecnologías digitales, ventas online , plataformas de distribución, etc. Por tanto, no suele existir una aproximación global anclada en los datos oficiales del PIB que permita descomponer la proporción del tejido productivo o de las rentas generadas asociadas a la digitalización. Un ejemplo de los instrumentos de medida utilizados para analizar el avance de la digitalización son los de la Comisión Europea, que aprobó recientemente la estrategia de la Década Digital, con el objetivo de la transformación digital europea. Para llevar a cabo un seguimiento de las medidas políticas que permitan esta transformación, se ha definido la Brújula Digital. Esta se articula en torno a cuatro ejes de actuación prioritarios (población y profesionales digitalmente cualificados, infraestructuras digitales seguras y eficientes, transformación digital de los negocios y digitalización de los servicios públicos), y en cada uno de ellos se proponen indicadores concretos para evaluar el cumplimiento de los objetivos establecidos en la estrategia. Por ejemplo, para evaluar el primer punto cardinal, relativo a una población y a unos profesionales digitalmente cualificados, se consideran dos dimensiones: las habilidades digitales básicas y los especialistas TIC. A su vez, de la primera dimensión, el seguimiento de las habilidades digitales básicas se evalúa teniendo en cuenta el objetivo de que el 80 % de los ciudadanos entre dieciséis y setenta y cuatro años tengan al menos habilidades digitales básicas.
a la medición del avance de la digitalización
La digitalización es un término muy utilizado actualmente, pero es difícil de definir y medir, porque las fronteras que la delimitan son difusas. En principio, está asociada a la utilización de tecnologías que permiten tratar, procesar, almacenar y compartir información en formato electrónico. En su núcleo se encuentran, por tanto, las tecnologías de la información y las comunicaciones, las asociadas a internet, la inteligencia artificial, el big data , etc. Pero la digitalización no solo se deriva de la utilización de un tipo de capital o de una tecnología determinada; para que sea productiva, es necesaria la transformación de las ocupaciones y las tareas de los puestos de trabajo y la adquisición de habilidades y competencias por parte de los trabajadores. De hecho, existe un intenso debate sobre los efectos en el trabajo de la digitalización, como se puede ver, por ejemplo, en Autor, Mindell y Reynolds (2020). Incluso yendo más allá, la digitalización solo alcanza su máximo potencial cuando, además de producirse un cambio en los factores productivos (capital y trabajo), también se innova en los modelos de negocios, las estructuras organizativas y los canales de distribución 2 . Es decir, cuando se aprovecha todo su potencial disruptivo, adaptando toda la estructura del negocio. De hecho, para la OCDE, la transformación digital es el uso de tecnologías digitales y datos, así como la interconexión que da lugar a cambios en las actividades existentes.
La convivencia de estos distintos niveles de análisis de la digitalización (activos o
tecnologías, efectos sobre el capital humano o aspectos más organizativos) implica que existan múltiples aproximaciones para su medición. Cada aproximación se apoya en índices distintos, en función del objetivo perseguido. En general, estas aproximaciones se basan en la
2. Véase la discusión sobre estas tres dimensiones (capital/tecnología, factor trabajo/capital humano y estructura organizativa/modelos de negocio) en Pérez (2020).
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Otro de los indicadores del avance de la digitalización de las economías europeas más seguidos es el DESI, elaborado igualmente por la Comisión Europea 3 , y que también sirve de apoyo para el seguimiento del progreso de la digitalización en el contexto de la estrategia de la Década Digital (Comisión Europea, 2021a2023). El DESI es un indicador compuesto, construido a partir de treinta y tres indicadores que se agrupan en las cuatro dimensiones de la Brújula Digital. Estas cuatro dimensiones pesan cada una un 25 % del índice total. En cada una de ellas se incluyen distintas subáreas que se aproximan por indicadores básicos y disponibles para todos los países europeos. Los pesos de cada subárea son asignados ad hoc por la Comisión Europea. Por ejemplo, en el área de conectividad, se incluyen cuatro subáreas con los siguientes pesos: adopción de banda ancha fija (25 %), cobertura de la banda ancha fija (25 %), ancho de banda móvil (40 %) y precios de la banda ancha (10 %). En la primera de ellas, se incluyen tres indicadores concretos: adopción global de banda ancha fija, adopción de banda ancha fija de al menos 100 Mb/s y adopción de al menos 1 Gb/s. Cada uno de los treinta y tres indicadores que integran el DESI están normalizados (procedimiento mín.- máx.) en el intervalo 0-1 para que las distintas escalas no interfieran en el indicador global. Los indicadores de cada subárea se promedian mediante la media aritmética. También en el contexto internacional, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) publicó en mayo de 2022 un informe en el que se preguntaba a
las empresas encuestadas en la EIB investment survey por su nivel de digitalización (Massacesi, Rückert y Weiss, 2022). Consideran que son digitales aquellas empresas que han implementado en su negocio al menos una de las tecnologías que definen como digitales 4 . A partir de la clasificación de las empresas en función de la utilización de estas tecnologías, se evalúa su comportamiento y su respuesta al shock de la COVID-19. La OCDE (2019) también presenta un conjunto exhaustivo de indicadores relacionados con la economía digital en distintas dimensiones, desde la adopción de diversas tecnologías por parte de las empresas, los ciudadanos y los trabajadores hasta indicadores de acceso, conectividad, velocidad, infraestructuras, confianza y seguridad en las nuevas tecnologías, etc. En España, el ONTSI publica diversos estudios basados también en la recopilación de indicadores que aproximan el fenómeno de la digitalización. En general, los indicadores se obtienen de otras fuentes estadísticas o a partir de encuestas. Por ejemplo, en ONTSI (2022) se estudia el uso de las tecnologías digitales por parte de empresas en España utilizando indicadores tomados del INE. En cambio, en ONTSI (2021) se utiliza una encuesta a ochocientos individuos para conocer las percepciones de los usuarios sobre el uso de la administración electrónica. En ONTSI (2020) se presenta una larga lista de indicadores de diverso tipo (uso de internet, disponibilidad de TIC, profesionales TIC, administración electrónica, etc.) recopilados de fuentes alternativas. Rivera Torres y Salas Fumás (2022) utilizan la Encuesta europea de empresas de 2019 ( European company survey en inglés, llevada a cabo por Eurofound y el Cedefop) para medir el impacto de la digitalización sobre las prácticas de gestión del trabajo y las políticas de recursos humanos. Construyen un modelo
3. https://digital-strategy.ec.europa.eu/en/policies/desi 4. Las tecnologías utilizadas para catalogar a una empresa como digital según el BEI son las siguientes: la impresión 3D, la robótica, el internet de las cosas y la realidad virtual en las manufacturas; la impresión 3D, los drones, el internet de las cosas o la realidad virtual en la construcción; y la realidad virtual, las plataformas, el internet de las cosas o el big data o la inteligencia artificial en los servicios y las infraestructuras.
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de clases latentes para derivar un índice de digitalización de las empresas que se basa en variables como el uso de ordenadores y robots, la utilización de las nuevas tecnologías para la mejora de procesos, el control de personas, la comunicación y la coordinación. También utilizan indicadores de comercio a través de nuevas tecnologías o plataformas. En general, estas propuestas ofrecen información muy granular sobre los aspectos que tratan, pero en muchos casos no se dispone de series estadísticas largas, pues las fuentes en las que se basan no siempre son anuales, o no se dispone de un indicador conjunto de la importancia de la digitalización, a diferencia de nuestra propuesta, en la que se cuantifica su contribución en términos de generación de rentas. Desde una perspectiva sectorial, la OCDE (Calvino et al. , 2018) ha elaborado una taxonomía de los sectores de actividad desde la perspectiva de la digitalización que va más allá de la clasificación basada en los sectores productores de TIC, agrupándolos todos en cuatro categorías en función de su intensidad digital (alta, medio-alta, medio-baja y baja). La clasificación se realiza en función de cinco indicadores: 1) el porcentaje de inversión en activos TIC, tanto tangibles como intangibles ( software y bases de datos); 2) el porcentaje de compras intermedias en bienes y servicios TIC; 3) el número de robots en el sector por cada cien empleados; 4) el porcentaje de especialistas TIC en el total de empleo sectorial; y 5) el porcentaje de ventas online . Esta clasificación permite realizar un seguimiento de la digitalización en términos de valor añadido, empleo, productividad, etc., de los sectores que se han incluido en cada categoría según su nivel de digitalización, sin conocer la intensidad de esta última en cada sector.
Aunque nuestro enfoque comparte la filosofía de unos estudios recientes del Boston Consulting Group y la Asociación Española de la Economía Digital (BCG y Adigital, 2021, 2022) que estiman también la parte del valor añadido sectorial que se debe a la digitalización, el procedimiento aquí empleado tiene ventajas. Nuestros cálculos se sitúan en todo momento en el marco conceptual de las Cuentas Nacionales, con los mismos estándares y criterios de valoración de los conceptos económicos. Por tanto, podemos medir la parte del PIB que ha sido generada por factores de producción (capital y trabajo) asociados a la digitalización. Además, a diferencia del BCG y Adigital (2021, 2022), el procedimiento seguido en todos los sectores es homogéneo y sistemático y está basado siempre en estadísticas oficiales. No discriminamos metodológicamente sectores (ni regiones) en función de su participación en el PIB para medir su contribución a la digitalización. Por otro lado, la contribución que aquí se mide es el efecto directo asociado a los factores de producción, y no se confunden estos con los efectos de la digitalización inducidos en el resto de la economía que se derivarían de análisis input-output. Por último, medimos la penetración de la digitalización desde una óptica regional, disponiendo del cruce de sector y región, información no disponible en BCG y Adigital (2021, 2022). Sin embargo, la metodología desarrollada deja escapar algunas de las dimensiones en las que las TIC están influyendo en la actividad empresarial, incluso en aquellos sectores que, por ejemplo, son catalogados por la OCDE como de baja digitalización. Las nuevas tecnologías están logrando transformar muchos aspectos de los procesos productivos, y están mejorando la productividad del capital que no está asociado directamente a estas y a todos los trabajadores, aunque no se dediquen directamente a tareas u ocupaciones TIC.
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